El otro día me dormité mientras escuchaba LT38. No se si habrá sido por el calor o que, pero me dormí muy profundo. Tanto que soñé tupido y clarito.
Lo gracioso es que soñé con ese clásico cuento de cuando éramos gurises: Pinocho. Ese cuento sobre un viejo pelado que fabrica un muñeco carilindo de madera que después cobra vida, se libera de los hilos desairando a su creador y se hace famoso por lo mentiroso.
Cuando me desperté era media mañana, justo cuando el gordo Barroetaveña narraba por la radio los dimes y diretes sobre las peleas entre nuestro senador y nuestro intendente.
Cabe destacar que cuando digo “nuestro” me da cosa.
El recuerdo vívido del sueño y la imagen de esto dos dirigentes enfrentados me hicieron pensar que realmente asistimos a un revival, a una versión criolla aggiornada, un Pinocho Superstar, como opera prima de Jorge Pedro pero con final abierto.
Estimados padres gualeyos, por favor tengan extremo cuidado a la hora de seleccionar los cuentos para nuestros niños, especialmente con el clásico Pinocho.
Miren que personajes como Pinocho y Gepeto, otrora ejemplos de bondad, hoy cobran una terrible vigencia para un niño que lo lea o escuche y luego asista a nuestra realidad política paragonando los personajes.
A que extremo hemos llegado que ya ni los clásicos están exentos de una mala interpretación?
Que anacronismo, no?
Y quien se comerá las perdices? El muñeco de madera o su inescrupuloso creador?